En mi tierra, cuando queremos decir que alguien es un fuera de serie, un crack, un máquina o un tío de puta madre decimos que es un Puntal. La palabra proviene de la Lucha Canaria, donde el Puntal es el mejor luchador del equipo.
Por si todavía hay alguien que no conozca a
Antonio, aquí les presento al auténtico
Puntal de la isla de
Lanzarote. Tiene un corazón que no le cabe en el pecho y gracias a él disfrutamos a tope de un Trail tan duro como este.
Nos hizo un completísimo estudio previo del recorrido, nos llevó a cada rincón de la isla que le pedimos, durante la carrera me hizo un book de fotos que ya querrían para sí todos los Jornet, Chaigneau y Krupicka de la montaña, y sobretodo, nos obsequió con su simpatía y buen rollo cada segundo que pasamos con él.
¡¡Un millón de gracias por todo!!
Esta es mi crónica del Trail de Haría (Copa HTT), más de 17 kilómetros y 1700 metros de desnivel de tierra, arena, piedras y sol.
A las 9 en punto se dio la salida. Menos de un centenar de Trail Runners y un par de docenas de senderistas. Los senderistas hacen una ruta más corta (unos 11 Kms) aunque compartimos circuito en muchas zonas.
En los minutos previos a la carrera nos damos cuenta que somos los bichos raros del lugar. Somos casi los únicos que no tienen pintas de ser expertos y rápidos en la montaña. Salvo a
Antonio, que ya lleva un montón de Trails y Ultratrails a sus espaldas, al resto del equipo (
Lobillo,
Gonzalo y yo) se nos nota a la legua que a la montaña solo vamos de paseo (sobretodo a mi). Además como nadie nos conoce, más de uno nos mira pensando...
Estos tíos no tienen ni idea de donde se han metido...
En teoría hay salida neutralizada pero desde el primer metro todos van con el turbo a tope. Lobillo y Gonzalo tiran pa´lante con el pelotón de músculos y camel-backs, mientras Antonio y yo nos lo tomamos con más calma. A los pocos minutos, mientras afrontamos la primera de muchas cuestas de esas que te obligan a caminar, miro hacia atrás y veo que solo llevo 3 ó 4 runners detrás.
Pienso que esto es muy largo y que según pasen los kilómetros comenzaré a recoger cadáveres, pero lo cierto es que apenas remonté posiciones en todo el recorrido.
Me voy quedando sólo. Los primeros kilómetros son realmente duros, subidas pronunciadas y firme irregular de piedras y arena suelta. Empiezo a preguntarme si ha sido buena idea meterse en este lio.
En los llanos y las subidas soy torpe. Pero en las bajadas parezco una vieja inútil. Está claro que en este tipo de carreras no todo es fuerza y velocidad, hay que tener una técnica que sólo se aprende echándole horas por el campo (Algo que yo, evidentemente, no he hecho).
Me lo tomo con tranquilidad, bebiendo agua bien fresquita, gracias a otro truco de
maratoniano apañao consistente en dejar el bidón lleno de agua en el congelador toda la noche... Poco antes de empezar a correr aquello aún es un bloque de hielo, pero entre el calor y el meneo en pocos minutos está perfecto.
Hasta que no divisé la vista de la foto con la playa de Famara al fondo no comencé a disfrutar de la prueba. Los primeros 5 ó 6 kilómetros fueron un pequeño calvario con tanta cuesta, pero llegar a ese punto (donde me esperaba, para variar, mi amigo Antonio) significó mi renacer en la carrera. Por ese Fotón merecía la pena el esfuerzo.
Arriba del todo la vista es aún mejor y paramos un minutillo para hacer unas cuantas fotos (de ese momento es la autofoto de cabecera). Nos alcanza una chica que hizo con nosotros casi todo el recorrido y los tres nos lanzamos al descenso... Bueno más bien ellos se lanzaron, yo me arrastré porque entre lo torpe que soy y el tremendo acantilado que había a mi derecha, no era plan de hacer parapente sin parapente.
Al acabar dicho descenso venía un tramo de pista donde por fin se podía correr con normalidad, ¡¡Coño mi terreno!!... No creo que fuera ni siquiera 1 kilómetro pero me supo a gloria.
Después el único avituallamiento y a reptar cuesta arriba de nuevo (encima ya sin mi agua helada particular, pues al mezclar lo que me quedaba con lo que había para repostar, la mezcla quedó a la temperatura de la segunda, es decir caliente). Único pero a una organización más que correcta con recorrido perfectamente balizado donde era imposible perderte.
Tras culminar el enésimo ascenso (este particularmente duro), pasamos por otro tramo de pista que nos conducía al bosquecillo, que más que un bosquecillo parecía otro desierto más, y nos metimos por un estrecho barranco cuesta abajo.
Cada vez que venía un tramo de bajada me acojonaba, pero afortunadamente, este no era tan técnico y casi siempre se podía trotar por él sin dificultad. Entre eso, que era la zona de la carrera donde menos calor hacía y que, iluso de mi, pensaba que lo peor ya había pasado, disfruté de lo lindo.
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Bajando con el bosquecillo al fondo... definitivamente no tengo pinta de Trail Runner (Foto Tri Lanzarote) |
Nos vamos acercando al pueblo e incluso se oye la megafonía de Meta, no tengo ni idea de cuanto falta y se lo pregunto a mi guía particular...
- ¿Falta Mucho?
- Queda lo peor... Hay que subir hasta allá arriba.
La leche, apenas quedaban 3 kilómetros pero había que pegarse otro tramo que era casi de escalada. Según nos acercamos la cosa pintaba peor... Tíos en lo alto a cuatro patas, cada vez más calor y mi botella sin una gota de agua.
Le echamos eggs y al golpito fuimos subiendo, de vez en cuando había que subir pequeños muretes de piedra y en una de esas me da un aviso el isquio de la pierna izquierda... Antonio se queja poco después de los gemelos y más adelante vemos a un senderista en una piedra también con calambres.
Definitivamente este tramo final era una tortura. Por fin lo superamos y, más caminando que trotando, nos acercamos hacia el descenso final hacia la Meta.
El rollo de siempre... Bajada a tumba abierta y los corredores que llevo alrededor me sacan 100 metros de cada 50. Llego abajo, callejeamos y le digo a Antonio (que de nuevo estaba parado grabando videos y sacando fotos) que por favor me diga que la meta está ahí mismo que ya voy con lo justo.
- Todavía queda casi 1 kilómetro.
Resignación y pa´lante... coño que largos son estos 17 Kilómetros.
Vamos por un callejón estrecho y al fondo hay un túnel oscuro.
- ¿Por dónde?.. le decimos a un voluntario.
- Tira por en medio, que aunque no se vea se puede pasar bien.
Le hago caso, entro en la oscuridad, doy tres pasos, intuyo una especie de escalón y cuando lo piso es puro fango.
- ¡¡¡Nooooooooo!!! Mis playeras nuevas.
Pensamiento estúpido de niño chico elevado al cubo... ya estaban hechas un asco después de 2 horas y pico de tierra... pero es que me llegó el fango hasta el tobillo.
Casi a la pata coja, por el sobrepeso de barro en el pié derecho, afrontamos por fin la recta final y entro en Meta.
Algo más de 2 horas 22 minutos de aventura... Puesto 84 de 94 Finishers, el 80 de 84 en Categoría Masculina y el 24 de 25 en M35... Vamos que casi casi llegué con el coche escoba.
Refrigerio en Meta, vemos a
Gonzalo y
José Lobillo que llevan más de 20 minutos descansando,
Antonio saluda a media carrera y para el coche con las piernas cascadas pero una buena experiencia en el corazón.
P.D.: A pesar de llegar el último del trío venido desde
Gran Canaria, debo decir en mi defensa que fuí el único que no tuvo calambres en las horas siguientes. Las piernas tiesas tres días, pero calambres, con sus consiguientes gritos de dolor, ninguno.